El pasado 9 de noviembre, asfixiado por las bajas en defensa, Carlo Ancelotti hacía algo poco habitual en su trayectoria: mirar al filial. Poco amigo de promesas y exitoso entrenador de realidades, el italiano incorporaba a la lista a Raúl Asencio como un mero nombre de relleno «por si acaso». Ese 'acaso' fue la grave lesión de Èder Militao ante Osasuna a los 28 minutos, instante en el que el canterano hizo su debut en la élite.
La colección de piropos llovieron sobre el canario (Las Palmas, 13 de febrero de 2003) durante toda la temporada y casi desde el primer instante, cuando al cuarto de hora de ser futbolista de Primera colocó un largo y preciso pase al hueco para que marcase Bellingham. Rápido y expeditivo, combinó alabanzas con instantes de cruda realidad: cuando llegaban determinados partidos 'gordos', Ancelotti desconfiaba de su inexperiencia y prefería acudir al experimento de Tchouaméni como defensa central. Una frivolidad que casi nunca salió bien y que, combinada con las eternas molestias físicas de David Alaba, asentó a Asencio como pareja de juego de Rüdiger.
Ruido de fondo
No fue un camino sencillo. El increíble poder mediático del Real Madrid, mientras el balón rodaba, opacaba la presencia de ese 'elefante en la habitación' que era el proceso judicial de fondo en el que estaba implicado el futbolista debido a la grabación -él no participó- y difusión de un vídeo de contenido sexual con una menor de por medio. Tres compañeros suyos en la cantera blanca filmaron en 2023 dicho vídeo, y a Asencio se le imputaba un delito de revelación de secretos en concurso con otro de pornografía infantil.
La convivencia entre este presunto delito y su intento de consolidación en la élite fue incómoda en varios estadios de Primera en el que escuchó cánticos muy duros («Asencio, muérete», por ejemplo), se colocaron carteles con una foto suya y el lema «Real Madrid, protector de agresores»… Un ambiente que el central merengue fue capeando con fútbol, buenas actuaciones e incluso una llamada de la selección (17 de marzo). Sin embargo, cuando la pelota dejó de rodar llegaron las confirmaciones judiciales: la defensa de la menor pide cuatro años de cárcel para Asencio y el jugador, dos días después, cambió de abogado para ponerse en manos de un togado habitual del Real Madrid.
La batalla judicial camina por un lado mientras la deportiva lo hace por otro… y los primeros síntomas apuntan a que la presión sobre Raúl Asencio crece y empieza a ser difícil de soportar. Solo en la parcela futbolística, el fichaje de Dean Huijsen más la recuperación de Èder Militao le ubican como el cuarto central de la plantilla -Xabi Alonso ya se lo habría dicho-. Y en sus dos primeros partidos en el Mundial de Clubes ha quedado retratado: en el primero realizó el penalti con el que el Al-Hilal rascó un sorprendente empate; y en el segundo, ante Pachuca, pecó de inmadurez en el minuto siete, agarrando a Rondón siendo el último defensor y autoexpulsándose con 0-0 en el marcador. El Real Madrid terminó ganando el choque: tres goles en cuatro disparos a puerta frente a un tanto recibido en 11 chuts del rival… y 10 paradas de Courtois. El guardameta belga 'sentenció' al joven central tras el encuentro: «Han sido dos veces el mismo error y él lo sabe».
Esos lapsus de concentración puntuales, que también se produjeron en algunos partidos a final de temporada, describen la compleja situación de Asencio: una 'víctima' más (esta con un incómodo proceso judicial en la espalda) de la extrema velocidad a la que el fútbol de élite eleva a los cielos y baja a los infiernos a muchos recién llegados. A sus 22 años, todavía es pronto para cualquier diagnóstico.