«Está usted asediado por la corrupción (...) Todos son nombramientos suyos como máximo responsable del partido; lo suyo no es el caso de una única manzana podrida». Estas declaraciones las pronunció el entonces líder del PSOE, Pedro Sánchez, en un debate parlamentario en 2014 y su destinatario fue Mariano Rajoy, quien entonces estaba al frente del Gobierno. Una década después, las tornas se han invertido y ha sido el principal partido de la oposición quien le ha espetado unas palabras similares al jefe del Ejecutivo tras el estallido del caso Cerdán, que ahonda la herida abierta por el caso Koldo.
Dicen que el tiempo es el olvido y, probablemente así lo desearían quienes terminan siendo rehenes de sus decisiones y declaraciones, pero por más que la memoria falle, siempre nos quedará la hemeroteca, ese baúl de los recuerdos que permite rescatar aquello que algunos preferirían mantener en el fondo del cajón.
Es lo que le ha ocurrido a Sánchez, que se erigió en abanderado de la higiene política desde su desembarco en la escena nacional, prometiendo ser «más contundente, más implacable y más ejemplar» que el PP ante posibles casos de corrupción en su partido. Sin embargo, ante los acontecimientos que empezaron a salir a la luz hace un año, y cuyo final no se atisba en el horizonte, el presidente del Gobierno se ha convertido en esclavo de sus palabras.
Pero la hemeroteca no solo le ha sacado los colores por aquellas exigencias que con tanta vehemencia reclamaba, sino que ha evitado que caigan en el abismo del olvido otros sonados virajes de 360 grados, así como los cambios de guion que ha convertido en su marca personal. Y es que desde su llegada a la Secretaría general del PSOE y, especialmente, desde su entrada en La Moncloa hace siete años, Sánchez se ha visto envuelto en múltiples contradicciones y polémicas, que en algunos casos ha intentado disfrazar de cambio de opinión en pro del interés general.
Aunque en estas líneas no aparecen todas las que son, las que están dan buena cuenta de algunas de las mentiras o incoherencias más sonadas de un líder socialista que ha caído víctima de sí mismo al terminar haciendo todo aquello que juró y perjuró que no haría.
En 2014 dijo...
El perdón no es suficiente, hay que dar explicaciones en el Congreso y hay que asumir responsabilidades"
La realidad
En octubre de 2014, el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pidió disculpas en el Congreso por el llamado caso Bárcenas. Al día siguiente, el entonces líder del PSOE, Pedro Sánchez, le reprochó que «ni al Congreso ni al Senado se viene a pedir disculpas, sino a dar explicaciones, rendir cuentas y asumir responsabilidades». Unos días después, llegó a decir algo que años más tarde se volvería en su contra: «Yo le digo a Rajoy que el perdón en política no es suficiente».
Esa exigencia de ejemplaridad y beligerancia contra la corrupción fueron una constante en su discurso desde ese momento y le sirvieron para justificar la moción de censura que presentó contra el popular en 2018 tras la sentencia de la trama Gürtel. En aquel momento, se erigió en abanderado de la lucha contra una lacra que, a lo largo del último año, le ha acorralado entre escándalos que afectan a su entorno familiar y político. Hace una semana, tras la renuncia de sus dos secretarios de Organización por presunta corrupción, fue él quien se presentó ante la opinión pública pidiendo perdón, sin dar explicaciones y sin asumir responsabilidades.
En 2015 dijo...
Con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo digo cinco veces, o 20. Con Bildu no vamos a pactar, lo repito"
La realidad
Las campañas electorales están plagadas de promesas y anuncios por parte de los candidatos, que buscan atraer a los votantes sin tener en cuenta que, en muchas ocasiones, no van a poder cumplir el compromiso. Otras veces sucede que simplemente no les viene bien mantener la coherencia y la palabra dada. Un ejemplo de ello se remonta a la campaña de las elecciones municipales y autonómicas de 2015, cuando el entonces secretario general de los socialistas proclamó en una entrevista que bajo ningún concepto se sentaría a negociar con EH Bildu. Si bien es cierto que no trascendió acuerdo alguno, la formación abertzale apoyó la moción de censura que aupó a Sánchez a La Moncloa.
Sin embargo, el ya presidente del Gobierno siguió manteniendo en 2019 la consigna de no negociar con este partido. Y aunque hubo que esperar un año, el primer acuerdo llegó para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. Y ya, sin rubor alguno, tras los comicios generales de 2023, el partido independentista vasco votó a favor de su investidura. Tal ha sido el cambio de guion, que los socialistas repitieron pacto presupuestario con ellos en Navarra, e incluso entregaron a Bildu la Alcaldía de Pamplona ese mismo año.
En 2018 dijo...
Lo que se produjo el pasado 6 y 7 de septiembre en el Parlament catalán se puede entender como rebelión"
La realidad
El desafío soberanista catalán alcanzó su punto álgido en el otoño de 2017 con la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre, una de las excepcionales circunstancias en las que el PP y el PSOE se pusieron de acuerdo para aplicar el artículo 155 de la Constitución. A la ilícita consulta le siguieron dos delirantes y confusas en el Parlament de Cataluña, donde el entonces presidente Carles Puigdemont llegó a declarar durante unos segundos la independencia catalana.
Cuando la causa pasó a los tribunales, los principales líderes secesionistas que no habían huido del país fueron enviados a prisión preventiva por los delitos de rebelión y sedición. En mayo de 2018, el líder socialista afirmó que lo ocurrido en la Cámara autonómica los días 6 y 7 de septiembre del año anterior «puede entenderse como un delito de rebelión». Sin embargo, en octubre de ese año, se abrió a revisar dicho ilícito alegando, ante el inminente juicio del procés, que «un supuesto golpe de Estado se tiene que dar por militares o civiles armados a la orden de militares».
En 2019 dijo...
Sobre gobernar con Podemos:
Le reconozco que sería un presidente que no dormiría por la noche"
La realidad:
Este es quizás uno de los giros de 360 grados más sonados que la hemeroteca siempre recordará al presidente del Gobierno. Un año después de la moción de censura y ante la imposibilidad para sacar adelante las cuentas públicas, se celebraron las elecciones generales en abril y, aunque el socialista logró la victoria, necesitaba el apoyo de Podemos para formar un Ejecutivo. Sin embargo, en septiembre de 2019, Sánchez aseveró en una entrevista que no podría dormir tranquilo compartiendo Consejo de Ministros con los morados, una preocupación que, según afirmó, compartían «el 95 por ciento de los ciudadanos de este país, que tampoco estarían tranquilos».
Ante la falta de acuerdo que bloqueó el tablero político, se produjo una repetición de los comicios en noviembre, arrojando unos resultados similares. ¿La diferencia? El viraje del socialista, que en enero de 2020, protagonizó con Pablo Iglesias una de las imágenes del curso político al anunciar, juntos desde La Moncloa, el acuerdo para impulsar el primer Ejecutivo de coalición de la democracia española, y que convertiría además al líder del partido que le quitaba el sueño en el vicepresidente segundo.
También en 2019 dijo...
Me comprometo hoy y aquí, a traer a Puigdemont de vuelta y que rinda cuentas ante la justicia española"
La realidad:
Esta vez fue en un debate electoral, precisamente en la antesala de los segundos comicios generales de 2019. Sánchez, que ya había cambiado de criterio sobre el delito de rebelión en el procés, prometió ante sus rivales y la opinión pública algo que, casi con total seguridad, sabía que no podría cumplir. Había pasado apenas un mes desde que el Tribunal Supremo dictó la histórica sentencia que condenó a nueve de los principales líderes del desafío secesionista a entre nueve y 13 años de cárcel por sedición.
Sin embargo, entre ellos no se encontraba el expresidente catalán Carles Puigdemont, que huyó del país a Waterloo (Bélgica) antes de ser arrestado, esquivando la acción de la Justicia española. Seis años después, no solo no ha traído de regreso al fugado, sino que lo ha convertido en uno de sus socios clave desde que en 2023 la formación soberanista apoyó su investidura. En este tiempo, el PSOE y Junts han mantenido una vía de negociación continua, que se ha saldado con todo tipo de pactos.
En 2023 dijo...
El independentismo pedía la amnistía y no la ha tenido, han tenido indultos condicionados"
La realidad:
Dos años después de los indultos parciales concedidos por su Gobierno a los nueve condenados por el desafío independentista, Sánchez aseguró que el perdón llegaría hasta ahí, que había una línea roja que no sobrepasaría porque «la amnistía no entra en la legislación y la Constitución». De hecho, en una entrevista tres días antes de las elecciones de julio de 2023, negó rotundamente que fuera a aceptar los votos de ERC y Junts para una eventual investidura si ello implicaba pasar por el aro de la amnistía.
Sin embargo, tras la cita con las urnas, los números no le salían y se vio obligado a dar un nuevo volantazo. En octubre de ese año, admitió que esta era una «condición para la investidura». Y así fue. Cumpliendo el compromiso adquirido con los independentistas, en enero de 2024 llevó al Congreso la ley, que fue validada en mayo, y que aguarda un esperado fallo del Tribunal Constitucional, que previsiblemente se pronunciará a favor de una norma que aún agita el debate político nacional y europeo.