Mayo de 2012. El Borussia Dortmund de Jurgen Klopp conquista su segunda Bundesliga consecutiva con ocho puntos de ventaja sobre el Bayern y en Munich se produce una reunión de urgencia: el club más poderoso de Alemania no puede permitirse tal humillación.
La entidad rompe una de sus 'reglas de oro' en la política de fichajes (no pagar más de 40 millones) y emprende una especie de 'Blietzkrieg' sobre la propia Bundesliga, una estrategia de acoso y derribo a sus principales competidores, en la que se refuerza mientras debilita al enemigo. Durante once años, nadie tose al Bayern en su país. Once títulos de Liga consecutivos en una época en la que merman con sus fichajes al Dortmund (Lewandowski, Gotze, Hummels o Guerreiro), al Stuttgart (Kimmich, Pavard o más recientemente Ito), Leipzig (Upamecano, Sabitzer o Laimer), Hoffehheim (Sule), Schalke (Goretzka)…
El resultado, además, le reporta estupendos beneficios en Europa. En la 12/13, justo un año después del 'cisma', Jupp Heynckes dibuja un Bayern arrollador que conquista la Champions y el primer triplete en la historia del club. Y sólo siete años después, de la mano de Hansi Flick, levanta su sexta Copa de Europa en el año de la pandemia: la final (1-0 al PSG) es casi una anécdota teniendo en cuenta que le hizo siete al Lyon en octavos, ocho al Barça en cuartos y tres al Lyon en semifinales. Un bloque arrollador de largo recorrido dispuesto a gobernar Alemania y Europa con puño de hierro.
Mayo de 2024. El Bayern Leverkusen de Xabi Alonso conquista su primera Bundesliga contra todo pronóstico, aventajando en 18 puntos al Bayern, que de la mano de Thomas Tuchel termina la Bundesliga en tercera posición (el Stuttgart, con un punto más, le 'roba' el subcampeonato). Otro punto de inflexión, otra reunión de urgencia… y un nombre sobre la mesa: Vincent Kompany. Un técnico joven, un defensa de época, con solo tres años de experiencia en la elite (dos en el Anderlecht y una en el Burnley) y el objetivo claro de elevar de nuevo la grandeza del gigante bávaro.
Su estreno en el Mundial de Clubes, el impactante 10-0 sobre el semiprofesional Auckland City, fue el reflejo de dos conceptos: la desigualdad de esta competición dibujada con trazo gordo en esta primera edición y la vocación arrolladora que Kompany quiere devolver al Bayern. Ya ganó la Bundesliga con tremenda autoridad: 25 victorias y sólo dos derrotas (99 goles a favor y 32 en contra), aventajando en 13 puntos al subcampeón, un Leverkusen que no pudo dar continuidad al milagro. Y en Europa estuvo muy cerca de las semifinales, en una eliminatoria ante el Inter de Milán en la que disparó casi el doble que los italianos (41-23) y en la que dos ex, Sommer y Pavard, fueron determinantes para dar el pase al Inter por un global de 4-3.
Después de gastarse 95 millones de euros en Harry Kane el pasado curso, el plan de la 24/25 pasaba por arriesgar 105 millones en dos contrataciones de 'gama media-alta': Palhinha (un futbolista de 29 años que había militado en el Fulham) y, sobre todo, Michael Olise. El francés, con solo 22 años, había pululado por las canteras de Arsenal, Chelsea y City hasta estrenarse en la elite con el Reading y despuntar con el Crystal Palace. Una inversión arriesgada que ha elevado el espíritu del equipo: 19 goles y 23 asistencias en 51 partidos. Su descaro se une al de Jamal Musiala, que tiene su misma edad y es uno de los futbolistas más cotizados del planeta ('Transfermarkt' le otorga un valor de mercado de 140 millones). Lesionado en la recta final del curso, arrancó el Mundial de Clubes con un 'hat trick', demostrando que tiene el colmillo intacto y lanzando un aviso a esos que señalan este torneo como un duelo PSG-Real Madrid: nunca hay que descartar la capacidad competitiva del Bayern, el eterno favorito en la sombra.