La resurrección de Aristóteles

María Albilla (SPC)
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Pese al título, 'El asesinato de Aristóteles', el escritor Marcos Chicot devuelve a la vida las ideas del filósofo griego y a uno de sus más destacados pupilos, Alejandro Magno, en una trepidante aventura

Chicot ha estado inmerso durante cinco años en este proyecto - Foto: Javier Ocaña

Cuando un psicólogo clínico descubre su pasión por la escritura y la historia y, por ende, se convierte en escritor de novela histórica, corre el riesgo de que se le ocurra la idea de sentar a sus personajes en el diván para conocerlos a fondo y les someta a los mismos test de personalidad que a los que eran sus pacientes. Así ha llegado el escritor Marcos Chicot (Madrid, 1971) a conocer hasta el alma a Aristóteles y a Alejandro Magno, maestro y discípulo y los dos protagonistas de no ficción de su última novela, El asesinato de Aristóteles (Planeta), el título con el que cierra el ciclo de los asesinatos de filósofos clásicos -antes fueron Sócrates y Platón e, incluso, en una etapa anterior, Pitágoras-. 

«Me interesa conocer a la persona que hay detrás del personaje para aportar consistencia a las novelas, por eso me gusta trabajar mucho a los personajes, conocerlos muy bien», explica el autor durante la presentación de una obra que le ha llevado cinco años culminar y que está desde el pasado miércoles ya en las librerías. 

Chicot lleva tanto tiempo sumergido en el mundo clásico que asevera que ha perdido incluso un poco la noción de estos locos tiempos modernos en los que es fácil, sin embargo, ver cómo se arrastra el lastre de aquella Grecia clásica. Porque ni todo fue bueno entonces, ni solo hemos heredado lo mejor de aquella civilización.

 «Nuestro sistema no hace que los mejores gobernantes lleguen a ocupar el poder, sino los más capacitados», explica. Y aunque corrobora su falta de interés en Donald Trump, Vladimir Putin o Pedro Sánchez, ahonda en que «las habilidades que se requieren en la actualidad para la política son contrarias a las que requiere un buen gobernante. Ser solidario, justo, estar volcado en los demás... Para alcanzar el poder lo que tienes que tener son pocos escrúpulos», concreta.

El trabajo casi «obsesivo» para combinar la divulgación científica y la tensión narrativa en sus libros es para Chicot uno de los objetivos cumplidos en la que considera su mejor novela. «Me gustan los lectores con ojeras», bromea y asegura que con El asesinato de Aristóteles cree que va a enganchar a quienes se pongan delante, ya que se sentirán como en una serie de la que quieres más capítulos. «Tengo una visión muy audiovisual de mis libros», explica para dejar claro que el ritmo marca cada página.

 Tendrá tiempo para tomar el pulso sobre ello a sus lectores en la Feria del Libro de Madrid, que arranca el próximo 30 de mayo, ya que asevera que le encanta ir cada día, por la mañana y por la tarde, para charlar con esos otros clásicos que esperan año tras año su próximo libro.

Alejandro Magno: una mente privilegiada, un genio precoz en la política y en lo militar, con una visión única de lo que quería que fuera el imperio: un proyecto de integración, no de ganadores y vencidos. En solo una década, llegó a dominar un territorio más extenso que el Imperio Romano en cualquier momento de su existencia. Aristóteles: el hombre que ha marcado la historia de todo el conocimiento universal, admirado por la mitad de los atenienses y odiado por la otra mitad, que lo quería matar por la influencia que tuvo sobre Alejandro, el macedonio que les sometía. Con estos mimbres y un hilo de ficción el escritor envuelve una trama con la que convierte el conocimiento en conflicto, la documentación en argumento, el rigor en aventura. Y así muere Aristóteles, como lo hicieron Sócrates y Platón anteriormente, en una metáfora relacionada con los que deseaban la desaparición de sus ideas más que de su persona. 

«Sus ideas eran revolucionarias, como lo siguen siendo hoy, eran peligrosas y eso les hizo tener muchos enemigos, sobre todo entre quienes ostentaban el poder», aclara Chicot. «Ahí está la paradoja, yo quiero resucitarlos, quién si no hablaría hoy en día de Aristóteles, que nos suena a un rollo del colegio de aprender cosas que no entiendes», concreta. Pero seguro que sí se comprende que su visión está aún hoy vigente, ya que defendía que los gobernantes tienen el deber de buscar el bien de la mayoría de los ciudadanos. Por eso, las lecturas de Chicot han llegado a ser libros de referencia en algunos colegios e institutos.

Pese a ser Aristóteles el que ahora mismo tiene entre manos, el autor madrileño reconoce que el que más le interesa como filosofía política es Platón. «Es él que intenta el ideal del gobierno para iluminar a las ciudades de entonces y a las de las generaciones futuras. Es el ejemplo práctico de dedicación para hacer un gobierno perfecto desde el punto de vista moral. Sócrates me encanta por la parte más personal, porque es el primero que busca el concepto de Justicia. Y Aristóteles alababa esa búsqueda de la universalización», específica el finalista del Premio Planeta en 2016.

Larga vida a Aristóteles, a los clásicos y a la Filosofía.



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