Un niño para resucitar al Barcelona

C. De la Blanca (SPC)
-

La insolencia de Yamal, sublimada junto a su calidad técnica en el 1-2, capitanea la reacción de los azulgrana frente al Inter en un compromiso que encumbra al español

Un niño para resucitar al Barcelona - Foto: AFP7 vía Europa Press

Las heridas del Barcelona en la Champions quedaron descubiertas el pasado miércoles en 20 minutos. El Inter, un equipo que se presentaba como la antítesis de los blaugrana, jugó con las ilusiones de una afición que se vio al borde del precipicio que no pudo evitar en 2018 y 2019, en las dos eliminaciones consecutivas ante la Roma y el Liverpool en dos descalabros históricos. Después, una pandemia y una acuciante crisis económica, deportiva e institucional. El tanto de Dumfries en el 21 tras el de Thuram en el uno desnudaron los más profundos miedos del culé medio. Pero, igual que en sus éxitos recientes, el equipo actual también tiene una luz al final del túnel. Antes era Messi, ahora es Yamal, el niño que rescató al Barça de una pesadilla.

¿Cuántas veces el conjunto blaugrana coqueteó con el fiasco entre 2008 y 2020? Muchas, aunque no siempre pero sí habitualmente, cuando la pelota más quemaba,  la pedía el mismo jugador. «Balones al '10'», decían en la Argentina de Diego Armando Maradona en el Mundial 1986, que ganó el 'Pelusa' prácticamente solo. Lo mismo pasaba en aquel Barcelona que enlazó éxitos nacionales, continentales y mundiales con la 'Pulga'.

Y una dinámica similar podría darse en la actual plantilla azulgrana, sobre todo tras el 'bautismo' de Yamal en una noche para la historia. Pase o no a la final su equipo, el extremo traspasó contra los 'nerazzurri' una nueva frontera. En los 100 partidos que ha jugado con la casaca culé ya había acostumbrado a sus infinitos recursos técnicos, ya sea para dar un pase con el exterior o para evitar una entrada de un defensa que, sobrepasado, solo encuentra en la patada la solución para evitar males mayores. Pero en un escenario que reclama a los elegidos, unas semifinales de la Liga de Campeones, el internacional absoluto fue más allá.

Con su equipo contra las cuerdas, con un 0-2 ante el conjunto que mejor defiende del torneo y con la grada contagiada ya por unos malos recuerdos que creía olvidados, Yamal pidió la pelota. En la primera ocasión ya le demostró a Dimarco, su par en la derecha, que la noche no iba de bailes pegados, ya que difícilmente el carrilero lograría acercarse a él. Amedrentado el italiano por el talento que ya le había dejado mal una vez, la joven perla de la cantera blaugrana tenía vía libre.

No retorno

Bastoni y Calhanoglu acudieron en ayuda de Dimarco cuando ya era tarde. El de Rocafonda tenía los ojos inyectados en sangre y su habilidad para moverse en un laberinto de piernas hizo el resto. Se dio la vuelta ante Thuram y ya vio portería. Primero se quitó a Dimarco y, en el área, ante Bastoni y Calhanoglu, acarició la pelota como quien adormece a un bebé para que esta besara las redes tras abrazar la madera.

Era solo el 1-2, pero el miedo que había infundido ya viajaba por el sistema nervioso central de cada jugador vestido de blanco. Aún no era suficiente para Yamal, que, casi de seguido, sentenció que era una noche de fiesta. Otra vez contra Dimarco. Le llevó a la línea de fondo y le hizo creer que no tenía salida. Cuando el lateral se dio cuenta, yacía sobre el suelo, desbordado completamente, y mirando cómo entre Sommer y el larguero evitaban que lo del español ya tomara cáriz de legendario.

Simone Inzaghi, ya en la segunda parte, retiró a su carrilero zurdo, pero su sustituto, Carlos Augusto, tampoco fue capaz de acaudalar un talento incontenible al que aún le dio tiempo a dejar una vaselina, puede que no intencionada, que solo el travesaño evitó que fuera comparable a la que Messi dejó en el Villamarín años atrás.

Daba igual no facturar más, el trabajo de Yamal estaba hecho porque tras su 1-2 el Barça se enchufó e igualó el partido. Sommer evitó una sangría mayor y los errores en el balón parado al final obligan a los catalanes a ganar el martes en San Siro. Después de hacerlo en una semifinal de Eurocopa con España ante Francia y de rescatar a su equipo en la ida, el extremo que apunta a llevar el 10 tiene un nuevo templo que conquistar.



OSZAR »