Citas clave con las urnas

Agencias
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Los comicios de Portugal, por un lado, y Rumanía, por otro, buscarán encauzar el rumbo de dos naciones marcadas por polémicas, inestabilidad y descontento después de que las respectivas elecciones de 2024 no despejaran sus crisis

Citas clave con las urnas

La 'eterna' sombra de la corrupción que planea sobre el territorio luso

Conservadores y socialistas miden sus fuerzas tras la caída del primer ministro por un presunto delito en una empresa familiar

No hay dos sin tres. Portugal se enfrenta este domingo a unas nuevas elecciones legislativas, las terceras en los últimos tres años y apenas 14 meses después de los últimos comicios legislativos. Lo hace sin perspectivas de que salga una mayoría absoluta y, de nuevo, con la corrupción como telón de fondo tras la caída en desgracia del Gobierno conservador de Luís Montenegro.

El detonante fue una empresa en manos de su mujer e hijos, Spinumviva -fundada por el primer ministro en funciones antes de asumir el cargo y cuando no estaba en la política activa-, que habría recibido pagos de compañías en las que él mismo trabajó en el pasado. Pese a que negó una presunta trama, el dirigente luso perdió la confianza en el Parlamento en marzo, lo que propició un nuevo adelanto electoral. 

Ante la polémica desatada, los distintos partidos se han dedicado las últimas semanas a destacar las medidas de su programa contra la lacra de la corrupción, y más teniendo en cuenta que también el socialista António Costa se vio obligado a dimitir como premier en noviembre de 2023 por sospechas de irregularidades en algunos negocios, aunque nunca fueron probadas.

Esa decisión es la que llevó en marzo del año pasado a la nación a las urnas, donde Montenegro logró la victoria con un ajustadísimo resultado frente al Partido Socialista (PS) y, cumpliendo con su promesa de no pactar con la ultraderecha, se colocó a los mandos de un Ejecutivo en minoría.

Una situación que podría volver a repetirse ahora, a tenor de las últimas encuestas. Si bien los sondeos apuntan a un empate técnico entre los dos principales bloques, la balanza parece decantarse otra vez por la alianza de centroderecha que lidera el Partido Social Demócrata (PSD) del primer ministro y relegar al segundo puesto a los de Pedro Nuno Santos.

En medio de esa bicefalia, si hay una formación que ha hecho de la lucha anticorrupción su bandera es la ultraderechista Chega, tercera en los sondeos y que no ha gobernado nunca. El voto de protesta podría volver a impulsar a la formación de André Ventura como lo hizo en las legislativas de 2024, aunque otro escándalo que ha salpicado a algunos diputados de esta fuerza -presunta prostitución de menores y robo de maletas, entre otros- amaga con dinamitar sus aspiraciones.

Su discurso antiinmigración ha sido muy cuestionado por el resto de partidos, en un momento en el que precisamente todos han convertido esta cuestión en su arma electoral para rascar apoyos. Y es que los extranjeros ya suponen el 15 por ciento de la población lusa, casi siete veces más que en 2018, lo que genera demasiados interrogantes sobre la capacidad de gestión.

La situación desastrosa de la Sanidad Pública -con escasez de recursos humanos y masivas protestas del personal-, la crisis de la vivienda -con un aumento de los precios en la compra del 13,3 por ciento en 2024-, la inflación y los bajos salarios son otros de los problemas que mantienen un descontento generalizado entre los portugueses y que movilizarán al electorado en busca de una estabilidad que lleva demasiados años sin ver la luz.

Modelos opuestos como solución al caos tras la supuesta injerencia rusa

El ultra Simion, heredero del inhabilitado Georgescu, parte como favorito frente al proeuropeo Dan para convertirse en presidente

Caos. Es la palabra que mejor describe la situación actual que vive Rumanía, al menos, en cuando al terreno político se refiere. La nación trata de despejar este domingo su futuro en la decisiva segunda vuelta de las presidenciales tras una primera ronda que aupó a la ultraderecha y que provocó una (nueva) crisis de Gobierno tras la renuncia del primer ministro, Marcel Ciolacu.

Es solo un capítulo más de un sinfín de reveses en los últimos meses que han impedido al país mantenerse en el camino de la estabilidad. La misma que se rompió a finales del año pasado cuando fue anulada la primera vuelta de los comicios que ganó por sorpresa el ultranacionalista y prorruso Calin Georgescu, un total desconocido hasta aquel entonces y quien había supuestamente recurrido al Kremlin para financiar su campaña electoral en redes sociales.

Su posterior inhabilitación por parte del Tribunal Constitucional para concurrir a la nueva cita con las urnas y la dimisión en febrero del presidente Klaus Iohannis a raíz de las amenazas de destitución por haberse mantenido en un cargo vacante polarizaron aún más a la población, cada vez más desilusionada con la clase política.

Pero Georgescu guardaba un as bajo la manga: la candidatura del que se presentó para la repetición electoral como su «heredero», George Simion, quien se impuso claramente hace dos semanas en la primera vuelta al independiente y proeuropeo Nicusor Dan con casi el doble de los votos y un discurso abiertamente trumpista. Los partidos gobernantes quedaron fuera del último asalto en el ring.

Los analistas coinciden en que la tarea del alcalde de Bucarest para frenar al ultranacionalista será complicada, aunque no imposible. La baza que juega es la de convencer a los que están a favor de mantener la orientación occidental de la nación frente a la apuesta del líder de la Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR): dar la espalda a la Unión Europea y a la OTAN.

Ambos bloques observan con especial interés y preocupación los resultados de hoy en las urnas, pues de ello dependerá la futura posición de un territorio fundamental para la estabilidad y seguridad regional de la zona. El país forma el flanco sudeste de la Alianza Atlántica y, de hecho, alberga un importante contingente de soldados.

También crece el miedo respecto a lo que pasará con la postura de Bucarest en cuanto a la guerra de Ucrania; mientras Dan se alinea con el resto de socios, Simion ha insistido en más de una ocasión en que está en contra de seguir apoyando militarmente a las tropas de Volodimir Zelenski.

Todo ello en un momento en el que la economía no atraviesa ni de lejos su mejor momento. En este sentido, la moneda nacional perdió la semana pasada más de un 2 por ciento de su valor frente al euro, superando por primera vez en un lustro la barrera de los cinco lei por euro, en uno de los continuos terremotos por la crisis política.

La solución solo pasa por esta segunda ronda de las presidenciales en las que los caminos están muy marcados: mirar a Europa o apostar por el aislacionismo al más puro estilo de Donald Trump.

spc-agencias



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