«Llama al petardo de Lambán». «La entrevista de Page es vomitiva, hay que darle un toque para que deje de tocar los cojones». «Susana (Díaz) sí que está jodida». «Que sean conscientes de que son unos hipócritas y que están en minoría». La onda expansiva de los mensajes de Pedro Sánchez con el exministro José Luis Ábalos continúa convulsionando la política nacional.
Los tres barones sobre los que puso el foco el jefe del Ejecutivo para castigar cualquier asomo de disidencia, no optaron ayer por el silencio sino que reprocharon el «afán controlador» del presidente y retrataron a un mandatario incapaz de tolerar que le lleven la contraria.
Así lo puso de manifiesto el presidente de Aragón, Javier Lambán, un histórico apartado por el aparato socialista. El dirigente regional desveló que Pedro Sánchez le llamó por teléfono en varias ocasiones para reprocharle sus opiniones y advirtió que le sorprendió «la ira y la pérdida de control» que exhibió durante esas conversaciones.
El también exsecretario general del PSOE de Aragón indicó que los contactos con el propio Ábalos o con su sucesor Santos Cerdán eran más «cordiales», pero que Sánchez se dirigía a él en un tono más «árido» e «intolerable». «Yo tuve tres o cuatro episodios con Sánchez, telefónicos todos ellos, donde me sorprendía la ira, la pérdida de control que incluso a veces yo percibía ante comentarios que yo había hecho y que no le habían gustado», indicó.
«Lejos de hacer una reflexión a la que yo le invitaba cada vez que se producían este tipo de situaciones, las reacciones del presidente eran iracundas y que a mí me sorprendían siempre, precisamente por eso, porque me parecían fuera de lugar y más fruto de una obsesión que de la reacción normal de un responsable político ante otro de su partido que discrepa de él y que en el PSOE se admitían con bastante naturalidad», añadió.
Otro de los señalados por Pedro Sánchez fue el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, cuando criticó los pactos con Bildu. «Todo esto viene a partir de una discusión de valores», respecto «a si todo vale para gobernar», significó de entrada para marcar territorio.
Reconoció que nunca recibió ninguna llamada de atención directa por parte del presidente, aunque concedió que «en un primer momento sí que intercambiábamos mensajes, y alguno era de tono más subido». Incluso ironizó con el encargo del líder socialista para que se silenciase su voz crítica. «Los que tenían el mandato de apretarme no han cumplido», comentó con sorna.
Tampoco quiso ponerse de perfil otra defenestrada del sanchismo, la exsecretaria general del PSOE andaluz y expresidenta de la Junta, Susana Díaz, que declaró sentirse dolida tras leer la transcripción de los mensajes que del presidente. «Como dice ese mensaje, sí, estoy jodida de leerlo. Una cosa es que te cuenten y otra es verlo así por escrito», le afeó.
«Todo el mundo sabe que mi lealtad al PSOE es inquebrantable, pero eso no impide que pueda manifestar mi posición y las cosas en las que creo», enfatizó al tiempo que criticó a la actual coalición que sostiene a Sánchez en la Moncloa. «Mi posición era que no merecía la pena gobernar a cualquier precio y con cualquier partido», aseveró.
PSOE y PP, por otra parte, rivalizaron a la hora de valorar el alcance de los polémicos Whatsapp. Ferraz les restó importancia, aseguró que en la reunión de la Ejecutiva de ayer no le dedicaron «ni un minuto», e incluso su portavoz, Esther Peña se permitió bromear con el asunto: «Mi chat de primos tiene más interés».
Los socialistas, además, confirmaron que no iniciarás acciones legales por la filtración, que es donde ponen el acento.
Los populares, por su parte, mordieron en la presa. Feijóo afirmó que en Moncloa hay «más preocupación» por los Whatsapp de Sánchez y Ábalos que por el apagón. «Algo lamentable», apostilló. En Génova se insistió en que los mensajes a Ábalos demuestran que Sánchez «lo sabía todo y lo tapó», en relación a la presunta corrupción del extitular de Transportes, y reclamaron de nuevo elecciones.
La divergencia también alcanzó a los socios de coalición. Mientras, Sumar reclamó que se investigue la filtración de los mensajes, Podemos apremió a Sánchez a dar explicaciones porque cree «inverosímil» que ignorara los «tejemanejes» de José Luis Ábalos.